sexta-feira, dezembro 25, 2009

Regalos

... y me dijo: "yo también tengo un  regalo para ti" y sacó de su mochila un libro , El libro de los gatos, y me sentí feliz al escuchar sus palabras, " Sé que te gustan los gatos y la poesía, así que busqué algo que se complementara..." Realmente estaba muy feliz, hasta que lei la dedicatoria... "bla, bla, bla... y gracias por tu amistad" y yo que me estaba enamorando otra vez... "gracias por tu amistad también y por el libro, dame un abrazo..."


Y la historia se repite, Felices Fiestas!!!!

terça-feira, dezembro 22, 2009

Inútiles las horas




 http://api.ning.com/files/Ql4gdMOlBGE9Z3ACS2gv3Bz2mEO1RZf5lIVEELlI4mICgAz-omT-w8PXwrvGXdQupgu9pm-EuHRvC8W1jHtlV4F5R2zVQQCi/A_mujer_agua_34_sabine_l_1.jpg


Me refugio en el frío, me queda el sol que entra por la ventana sin cortinas.
Me sostengo sin equilibrio, los árboles son pájaros, sus ramas son mis alas. 
Me oculto en la  soledad, me resta el recuerdo de una palabra tuya.
Me acompaña el silencio, de vez en cuando el viento  susurra en mis secos oídos.

Me desnuda la luna, me penetra tu ausencia.
Me revuelco en arenas de un desierto infinito.

Sonámbulas tus manos perdieron al buscarme.
Inútiles las horas de frágiles memorias
que insisten en tus labios
en tu lengua voraz
en tu paso sin dueño y
en tus lejanos ojos de jamás volveré.

Cristina Maldonado

quinta-feira, dezembro 10, 2009

Abrazo desconocido de un conocido...

 http://www.cyberpoetry.net/images/cyberpoetry02/artwork/artwork/artwork-abrazo-de-vida.jpg

A dos cuadras de mi casa, en la avenida grande, brillan ya las luces navideñas y hace un par de horas me preguntaron si ese brillo me enamoraba, la respuesta fue directa, un "no" rotundo,  no me enamora la navidad, ni los abrazos, ni las fiestas. Me agrada el frío y un buen café, me enamora la luna y la buena compañía, pero porqué esperar un abrazo en navidad si pueden darse diez todos los días. Esta tarde también, la misma persona que me cuestionó sobre las luces decembrinas y su efecto "amoroso" me abrazó y me quedé inmóvil, fría, sin poder devolverle el abrazo. Cómo me hubiera gustado apretarlo,  estrujar entre mis brazos su cuerpo y devolverle con un gesto sincero la invitación y la bebida, la charla y la alegría; pero me mantuve inerte y aunque quise moverme, sólo atiné a decir "gracias" y volví a casa a mi encierro de jueves, a mi soledad y a sentirme contenta porque un chico logró sacerme un momento de casa para mostrarme que hay más luces que la de la lámpara del cuarto donde duermo.

Voy a dormir tranquila, hace mucho no me sentía consentida, hace más tiempo aun que alguien no me decía "linda" y qué decir de las invitaciones a salir, también habían andado escasas. Definitivamente deseo más momentos como el de hoy para alejarme un poco y empezar a VIVIR con letras mayúsculas.

Para él la canción que sigue...



sábado, outubro 24, 2009

Se llamaba Norma y murió un día después de que la conocí de un tipo de cáncer raro que los doctores no pudieron detectar a tiempo. Salí del hospital llorando a pesar de haberla visto una única vez. No fue mi amiga, no la traté, no supe cómo era y lloré porque ella tenía miedo a morir, mientras por esos días lo que más deseaba yo era borrarme por lo menos de lo que veía en el espejo. Quince días después estaba yo en cama y el diagnóstico no era muy alentador: dengue clásico y pensé que moriría de lo mal que me sentía. Salí viva y estoy aquí para contarlo y para gritar que no quiero morir, porque a pesar de tener una vida tan rara y complicada quiero seguir aquí, deseo que me vean sonreír y de vez en cuando quiero llorar a solas, quiero reconfortar a quién me necesite y que alguien, aunque sea uno solo me reconforte.

quinta-feira, setembro 24, 2009

De cambios...


Para matar mis sueños, yo soy mi propia
espada, Ya no me importa nada, si me arden los
domingos, tu piel las madrugadas. Ya no me importa
nada, si ya encontre mi llave, Ya no me importa
nada.
Erica Garcia

Demorada y de morada, con perforación en la nariz y de un humor inexplicable. Hace ya unos cinco años quería perforarme la nariz, pero siempre algo me detenía, primero que era estudiante y ganaba muy poco dinero como para gastarlo en cosas banales y otra, la principal, el dolor; le temo al dolor físico tanto como al dolor emocional, tal vez más al segundo que al primero. A principios de este mes pasé por una avenida donde abundan los lugares de tatuajes y perforaciones y estuve a punto de entrar solo para preguntar cuánto costaba perforarme la nariz, si dolía, si usaban anestesia y también quería ver los diseños de los tatuajes. No entré continué mi camino. La espinita no salía de mi corazón. Creí estar enamorada y pensar en el chico distraía la atención un poco. Sin embargo bien sabía que necesitaba un cambio radical. Entonces empecé por desenamorarme el fin de semana pasado. Me costó trabajo, me dolió y lloré, pero estaba mejor el domingo y el lunes le sonreí a otros ojos. El día de ayer me teñí el pelo, morado, unas mechitas nada más, en un mes más me haré más y hoy me perforaron la nariz.

Es curioso, parezco adolescente con ganas de ser rebelde y escapar de la casa de los padres; solo que no vivo con mis padres y hace bastante que no soy adolescente. Estoy convencida de mi estilo original y hasta un tanto extravagante. Mi nariz sangró mucho, debo confesar que sí me angustié un poco, pero ya estaba ahí y el tipo que me perforó, a pesar de parecer de lo peor a los ojos de cualquier señora de buena familia,lo hizo con todo el cuidado posible y con las medidas de higiene y salud necesarias; desinfectante, guantes de latex, aguja estelil y un poco de lidocaina. La sangre apareció después, pero no fue problema, mis heridas sanan rápido.

Tres decisiones: desenamorarme de aquél que no me ama, corte y color nuevo y aretito en la nariz. Tres decisiones de las que me haré totalmente responsable y asumiré las consecuencias. De las dos últimas podría arrepentirme, el pelo crece y la perforación puede cerrarse, pero no creo hacerlo. La primera decisión es para la que definitivamente no hay marcha atrás.
Y precisamente porque no hay marcha atrás hoy mi humor no puede explicarse. Siento demonios rondando mi cuarto solitario y sola los ahuyento. Los espanto cantando tan fuerte como puedo la canción de Erica Garcia Ya no me importa nada. Y duermo soñando que no te conocí, duermo como otra en nariz y cabello, pero no olvido que soy la misma que por dentro espera ser amada.


sexta-feira, setembro 18, 2009

Para D pensando en A

Corre y abrázala, llévala lejos, hazla que deje de esperar.
Sé tú su compañía y abandónate para no abandonarla.
Huye con ella por entre la corriente y no mires atrás
no la dejes pensar y no razones mucho.
Si acaso se negara a acompañarte
ofrécele tu abrazo como quien nada busca, como quien nada espera.
Gánate su confianza mírandola de frente y
cuando más distraída esté muerde sus dos pezones como haces con la uvas,
lleva tu dedo índice del corazón al pubis y llega más profundo.
No la abandones, pero déjala libre.
Sueña con ella sin elegir sus sueños.
Ámala así sin más, pues es ella la indicada.

Cristina Maldonado (Para D pensando en A)



sábado, setembro 12, 2009

La humedad es tan triste que necesito abrazos. La soledad tan esquizofrénica que necesito amigos. Vine a tomar espuma al café de la esquina, al café de siempre, a la mesa de siempre, frente a la silla roja que nunca me abandona y continua a tu espera. Hay una buena música sonando en el estéreo. Allá afuera en las calles vacías alguien ha derramado vino transparente y no quiso llenar mi copa. Y en algún otro café del universo alguien me espera también en una silla roja. Tal vez está leyendo un libro, es posible se sienta perseguido y quizá ha comenzado a tener pesadillas durante el día y a dejar de soñar mientras duerme, porque no duerme igual que yo.

Se termina el café, el lugar va a cerrar, no hay donde refugiarse. Los gatos se escondieron, pues no les gusta el agua y ¿qué podemos hacer con tanta soledad y tantos rincones húmedos perdidos? Sin brazos que nos aprieten, sin distancias que se acorten; ¿a dónde ir, si todo está mojado?

sexta-feira, agosto 21, 2009

¿Serás algún día mi momento presente?


No eras tú, una vez más tomé el camino equivocado. No digas nada que faltan las palabras y sobran las mañanas grises de lluvia. No en verdad, no me mires; no así, no con esos ojos perdidos, encerrados en un pasado de caminos llenos de nostalgia.



No eras tú y lo comprobé ayer, cuando en una servilleta dejé un recado de amor para otro mientras te pensaba distante. Dejé una nota para otro, otro que también desconozco, otro que no me sabe ni lo sé, otro que aunque distante también, está de este lado de la reja con un espejo menos empañado que el tuyo.


No eras tú y lo sentí esta mañana cuando la lluvia mojó mi ciudad y todos los pueblos y cada una de las mujeres que habitan en mí, me mojó a mí y no quiso mojar tu tierra, ni tus frutos, ni cada uno de los hombres que habitan en ti.


No eras tú, no, no, no eras tú y yo una vez más quise que fueras, pero lo que es ya no era. Sé que no eras tú y de algún modo lo fuiste. No, no eras tú, no para ese momento... y la pregunta queda abierta: ¿Serás? No ya mañana, no en un mes, o dos, simplemente ¿serás algún día mi momento presente?

domingo, agosto 16, 2009

capuchino y mujer


Dice que se llama Isaac y prepara un capuchino tan espumoso y cremoso como su mirada. Es increíble, pero ella acude a ese cafecito más por sus ojos que por el café.

Se miran, se sonríen. Ella, como dentro de la taza, le suplica la salve de ese calor café que le produce ser la cliente y no la compañera de trabajo; él desde fuera sonríe de nuevo y pregunta:

-¿Lista para ordenar?
- Sí,que sea un capuchino
-¿Algo más?
-Sí, tus ojos en una cajita de madera para verlos durante la noche.

Ojalá se hubiera atrevido a pedirle también la mano, el teléfono y todo lo demás. Como siempre, se limitó a sentirlo lejano; intentó perderse en sus ojos de café, pero la cocina lo llamó. En otra mesa habían pedido más café y ella sola como todas las tardes en esa mesa lo vio perderse en el azul de las cortinas.

sexta-feira, julho 31, 2009

Para la colección de papalotes y miradas al cielo

Foto: Cristina Maldonado. Tarde en Cholula, Puebla.

Esa tarde miramos el cielo un poco más cerca de lo acostumbrado. Esa tarde las nubes bajaron a saludarnos con beso en la mejilla. Recuerdo tu mirada perdida en la mía que observaba sonidos lejanos; sonidos de papalote perturbado por relámpagos.


Esa tarde me perdí viendo volar tus ojos que como el papalote me llevaron a otros cielos, a otros pueblos, a mundos fríos empapados de lluvia.

Y de pronto estábamos el uno sobre el otro ya sin frío y con música dulce en los labios. Esta vez sin palabras, sin un: "¿Puedo? " sin un: "¿quieres?" sin un: "¿te gusta?" De ventana y puerta cerradas entramos en el mundo del otro, el del espejo, en ese mundo que todo lo sabe y nada nos cuenta porque ya lo sabemos. Entramos a recordarnos y a reconocermos. Entramos solitarios y regresamos tomados de la mano. Después te solté y nos supimos libres, siempre dispuestos al reencuentro y a la cercanía, muy a pesar de nuestras realidades paralelas.




sexta-feira, julho 17, 2009

Desde mi ventana

La luna de junio desde mi ventana. Foto: Cristina Maldonado
La luna una simple pestaña plateada que me observa
Desnuda...

sexta-feira, maio 29, 2009

quinta-feira, maio 14, 2009

Imágenes de viajes

Avión en el cielo de Puerto Progreso, Yucatán 2009 (la foto la tomé yo)
I
Será necesario tener las cabezas de mil pájaros, antes de descifrarte.
II
Guarda mis ojos
en una esquina de tu vida.
III
Válido por un sueño
en una almohada diferente.
IV
Quisiera saber braile
para leer tus cicatrices.
V
Al norte de tu isla,
al sur de mi frontera,
es ahí donde busco,
donde me busco.
VI
Pájaros presos al Este de tu cabeza…
los sueños…

Adoloridas las palabras,
quieren descansar en tu lengua.
VII
Entre cielos enormes
he venido a buscarte.
VIII
En un café nocturno
me bebo tus ojos vagabundos.
IX
Hoy el viento del sur se despertó con frío.
XI
Con el sabor del cielo y tres nubes perdidas
hoy decidí escribirte.
XII

Completa la canción que canta el día,
pon tu sal en mi poesía.
XIII

Después de media noche
las estrellas se vuelven marinas.
XIV
Un par de ríos profundos
llevan tus pasos a otro mundo.

XV
Después de diez kilómetros
la playa se cansa de la arena.

XVI
Abundan en los pies
las ganas de conocer abismos.

XVII
…tres puntos suspensivos bastan para que siga buscando tu mirada…
XVIII
Cuéntame tu vida fragmentada,
mis oídos han de reconstruirla.
XIX
Todos los cielos son abismos,
por eso las aves tienen alas;
de no tenerlas jamás volverían.
XX
Son buenos los silencios
que las nubes quieren contarnos.
XXI
Los puntos cardinales están perdidos, ayuden a buscarlos.
Por: Cristina Maldonado

sexta-feira, maio 08, 2009

Puerta al cielo




“ Me llamo María, no soy virgen, pero estoy en busca de un José. No importa si no es carpintero. Mi número es…”

Y José que no era carpintero, pero también buscaba a su “María”, inmediatamente marcó el número que aparecía al final del papel que habían deslizado por debajo de la puerta.

La respuesta no fue satisfactoria. Nadie le contestó, y José que llevaba años esperando a su “María” comenzó a dudar sobre la autenticidad del recado. Afuera llovía y las goteras de la cocina resonaban en su cabeza, “ploc, ploc”, aumentaba la desesperación y el ya de por sí insoportable dolor de cabeza.

José se recostó y pensó en “María” ¿Existía? ¿Lo deseaba tanto como él a ella? Miró el techo por horas, hasta que finalmente se quedó dormido. Esa noche soñó que “María” pedía posada en su casa. Cuando estaba a punto de abrir la puerta lo despertó el susurro culpable de alguien bajando la escalera del edificio. Su sueño, como su voluntad, era ligero.

En el suelo otro papel:

“Por favor, dime que no eres carpintero…María”


Y José, que no era carpintero, suspiró aliviado. No tenía trabajo, pero por lo menos no era carpintero. Estuvo de buen humor toda la mañana, limpió el pequeño apartamento, se bañó y escondió la cuerda. No quiso tirarla, pues nunca está demás tener bajo la cama una cuerda.

A la hora de la comida sonó el teléfono:

“José, José, soy María, dime si ya hiciste tus oraciones, recuerda que antes de comer, de comernos tenemos que orar. Dime ¿Quieres que sea tu María?”

Y José que jamás oraba enmudeció, no pudo decir que sí, que la esperaba, que soñaba con ella aun sin conocerla. “Carajo” Gritó cuando le colgaron el teléfono y corrió al baño a buscar su navaja, la hundió en uno de sus brazos, sólo se castigaba, no quería morir, no ese día. María existía y en algún lugar ella lo observaba.

Pasaron varios días sin noticias de María y por cada noche en que José la soñaba entrar desnuda en su cama se hacía un nuevo corte con la gillette oxidada. Apenas conseguía levantar el brazo izquierdo.

Chupó una de las heridas que comenzaba a cicatrizar y tomó café. María llamó a la puerta la mañana del noveno día. José abrió con desgano, la miró a los ojos y ella le habló al oído:

“No soy virgen, pero vine a curarte para después castigarte…”

Y José que jamás había sido castigado por manos ajenas la invitó a pasar, se dejó hacer y se venció ante unas piernas, que abiertas le mostraban la mismísima puerta al cielo.

Por: Cristina Maldonado

sábado, abril 18, 2009

Abismos


Todos los cielos son abismos, es por eso que los pájaros tienen alas,
de no tenerlas jamás volverían a tierra.
Cristina Maldonado
Foto: Celestun, Yucatán. Feb 2009


sexta-feira, abril 03, 2009

Un deseo, lo que resta





Y dijo la maestra: no voy a poder comentar este cuento, lo siento...
y yo sonreí, era la sensación que quería causar...
Los recuerdos duelen. Todos los días antes quedarse dormido pide un deseo: despertar en un momento menos doloroso. Un momento en el que la mayor preocupación la representaba el profesor de matemáticas o las visitas al dentista. La escuela, sus padres, la sopa a mediodía, los amigos de la cuadra, se le presentan como en álbum fotográfico descolorido. El álbum también la tiene a ella, sonríe, es la única foto, el único recuerdo que conserva color.

Una voz de mujer le habla al oído: “Rani, ya debe estar listo tu baño” Un baño caliente y con shampoo y al terminar una toalla suave que envuelva su cuerpo entero. Es inútil, lo que acaba de escuchar es uno de tantos recuerdos que como agujas se clavan en su espalda.

Cierra los ojos, aprieta los párpados, tan fuerte como si quisiera quedarse ciego para siempre. Reza y murmura muy bajo de nuevo su deseo. Finge dormir y se dice así mismo: “No es nada, después pasa” y entre recuerdos y realidad de pronto se encuentra en casa. Al fondo suena una música que no consigue identificar y en la cocina el horno guarda el último suspiro de un platillo que no ha de comer.

El dolor de cabeza lo hace volver y llora al concebir su horrible condición. La celda es fría y no tiene ventanas al jardín. Rani poco recuerda el mundo exterior, ha perdido poco a poco la noción del tiempo, jamás ve el sol, solo sabe que es de noche cuando el carcelero le pasa una charola con café negro y un pedazo de pan. Come sin ganas y piensa en ella, en su voz y en su blanco cuerpo, que fue suyo tantas veces.

Otro lapso de ausencia se aparece ante él y la oscuridad le trae de nuevo un vívido recuerdo: “Podríamos ir a tomar un trago al bar” “Bueno, sí” responde Rani y dispuesto a tomar las llaves y salir de casa, cae al suelo y vomita la cena mezclada con la sangre que su hígado no logra retener. Continúa entre esas cuatro paredes y ella no está. Los golpes que recibió la última semana que pasó a su lado fueron tantos que solo le resta vomitar lo poco vivo que sobra dentro suyo.

Aquella noche quisieron hacer el amor como la pareja normal que aparentaban ser. Ya no podría. Estuvieron golpeándose, mordiéndose. Cada caricia tierna llevaba a una profunda cicatriz que les haría recordar lo mucho que se amaban. La idea surgió de ella, quería que la golpeara sin piedad y la llamara puta. Rani dudó y le preguntó si estaba segura de lo que eso representaba: “Sí, querido” y se arrodilló ante él, quien la pateó y la insultó sin piedad. Lloraba quedamente y suspiró. “¿Qué fue eso?” Preguntó Rani, “Nada, nada” y cerró los ojos.

Ya entrada la madrugada Rani sintió la cama demasiado húmeda, las sábanas estaban empapadas de sangre, su amada ya no se quejaba, tampoco respiraba.

Pasaron varios días hasta que la podredumbre del cuerpo muerto comenzó a llamar la atención de las narices vecinas.

Golpean la puerta de su celda y el recuerdo de aquella noche con su amor se desvanece. El guardia le indica que es hora de tomar su baño semanal y Rani que prefiere el hediondo olor de la sangre coagulada dice: “Lástima, se está bien aquí. Preferiría quedarme, si no le molesta”.
Cristina Maldonado

sábado, março 14, 2009

Buenas noches

http://mfla.files.wordpress.com/2008/05/sensual___lux_by_onewordphoto.jpg



No me gusta que a las tres de la madrugada alguien me despierte. Sonó mi celular y dudé en contestar. Un número desconocido aparecía en la pantalla. Al fin atendí la llamada, podría ser una emergencia.

- ¿Qué ropa estás usando?, preguntó una voz masculina y yo un tanto confundida entre la realidad y el sueño, sólo atiné a decir:

- No llevo nada puesto.
- ¿Es así como acostumbras dormir, como si te encontraras a mi espera?

Hablaba bajo, pareciera que estaba escondido en un rincón. Sus palabras bañaron mi cuerpo de sudor; mis palpitaciones eran intensas.

- Te espero siempre así, desnuda.
- Quiero que toque con tu lengua mi sexo.
- Lo tocaré, te palparé con mi aliento.
- ¡Quiero llenarme de tu líquido!

La llamada seguía y mi deseo iba en aumento. Ya no pensaba en dormir y es que con llamadas así cualquiera pierde el sueño.

Antes de terminar, de terminarnos, surgió lo incuestionable:

- ¿Volverás a llamarme?
- Claro como todos los días a esta hora.
- ¿Todos los días? ¿a esta hora?
- ¿Luisa?, ¿Luisa, estás ahí?


Apagué mi teléfono y tuvo que pasar mucho tiempo antes de quedarme dormida otra vez, otra vez sola.

Cristina Maldonado

sábado, março 07, 2009

Después del desayuno


Sigue uno más de los ejercicios de mi clase de redacción creativa. Debo confesar que me encanta esa clase!!


Perdido en un deseo angustiante cada mañana pensaba en ella. La miraba de lejos cuando tomaba café en la cafetería de la oficina. Quién quiera que fuera le parecía tiernísima. Puso en una balanza lo que tenía. Por la tarde rumbo a casa pensó en los niños y su esposa, los amaba, sin duda, pero ella lo hipnotizaba siempre que lo miraba. Soñaba tenerla entre sus brazos y en primavera despertar a su lado. A la mañana siguiente caminaba entre abismos esperando encontrarla. De pronto cuando más solo se sentía ella le dijo: ¡Buenos días! ¿Me invitas un café? Su mirada lo penetró profundamente y los dos, cómplices del silencio, fueron por el café. Él como pez, ella como carnada. Desde ese día siempre toman café después del desayuno, él arriba, ella abajo.

Cristina Maldonado

sábado, fevereiro 21, 2009

Aféreris de un dedo

El cristal de mi ventana vibró, era una musa venida de no sé dónde que esperaba entrar en mí. al principio pensé que se trataba de un simple sueño, había adormecido después de uno de mis ataques de catatonia que esta vez había durado más de lo acostumbrado. supongo que era tarde, detesto los relojes y por lo tanto nunca sé qué hora es.

Desde que comenzaron los ataques nadie se había acercado a mí, ni siquiera para preguntarme la hora. Las mujeres no se acercan a mí porque les parezco bizarro, por lo menos esa impresión me da. Dudé algunos segundos antes de abrir la puerta, sentí que la esperaba de hace tiempo. La emanación de su perfume me invitaba a poseerla sin querer saber su nombre ni el porqué de su visita. Recordé que no había tomado la píldora, así que podría hacer todo lo que ella me pidiera y más.

Hubo un largo silencio, me miró y estremecí. Me quedé inmóvil y Aurora, decidí llamarla así pues nunca mencionó su nombre, me lamió la cara con su lacerante lengua de gata. Yo continuaba hipnotizado como zombi. Me llevó hasta el cuarto.

- Te esperaba, dije
- ¿Te gusta mi disfraz? Me puse sexy para ti, escuché.

Se desnudo y una nube nauseabunda invadió mi nariz, pero no importaba, tenía que besarla, como ya lo había hecho antes. Se acercó y me desabrochó la camisa igual que tantas otras noches. Sabía lo que hacía y saciaba mi sed.

Comencé por morderle el seno derecho, sin duda el más dulce. Mordí todo su cuerpo y al fin pude arrancar el dedo gordo de su pie izquierdo. Lo saboreé, gritó de placer, creía yo. No era placer.

Abro los ojos, continuo encerrado, mi boca sabe a metal, estuve mordiendo de nuevo mis labios y es que tengo tanta hambre...

Cristina Maldonado

terça-feira, fevereiro 10, 2009

Perfume

http://img261.imageshack.us/img261/7396/humo3ms7.jpg

Y de pronto apareció atrás de mí, sin llamarlo, sin invitarlo a olerme, ahí estaba respirándome. Entonces dijo: "Hay mucha gente, voy por café" y desapareció. Minutos más tarde pregunté: "¿pudiste percibir algo?" y la respuesta fue: "Sí, que había mucha gente... y el miasma sintético de tu perfume.... ¿en qué condiciones podría sentir tu aroma verdadero?" Me quedé helada... todavía no respondo a su pregunta.

Debo confesar que la palabra miasma adquirió un sentido poético cuando él la colocó al lado de: "tu perfume." Y hoy me parece lindo imaginar cuándo ese olernos mutuamente pudiera suceder.

sábado, janeiro 24, 2009

No conservaba tu aroma

Te veo de lejos y asumo que sabes lo que yo ni siquiera logro definir todavía. Te sueño y creo que me has soñado alguna vez. Ahora mismo escucho una canción que estoy segura te encantaría y sé que si estuviéramos frente a frente no pararíamos de reír y reflexionar. Finalmente el miedo supera las enormes ganas que tengo de llegar cerca de tu aliento, me escondo, me disperso entre humos de bocas que no son la tuya y cuando me encuentro, sólo tengo la llave de la casa a la que de nuevo he de entrar sola.

Anoche, mientras te observaba al otro lado de la mesa, me repetía a mí misma: ¨paciencia¨que ha de llegar lo que cada uno necesita. Volví sola, como siempre; entré de puntitas a casa, me desnudé porque mi ropa despedía aún el olor de la madrugada, me desnudé y me metí a la cama porque mi ropa no conservaba tu aroma.

Mi cuerpo no tenía tu tu sal, mi boca no tenía tu agua, mis manos no tenían tus dedos nerviosos que huelen a cigarro. Dormí abrazada a un recuerdo de un contacto que todavía no ha ocurrido.

quarta-feira, janeiro 14, 2009

Me convenzo

Me convence el café negro solo y sola sin compañía lo bebo.
Me convence tu historia que aunque lejana me invita a recordarte.
Me convence la noche que desnuda me trae su disco de plata.
Me convencen la puerta y la ventana que nos regalan alas.
Me bebo tu invisibilidad, me vuelvo transparente y tras la pared te busco.
Me convencen la nostalgia y la saudade que me dicen que estoy viva.
Me convence la angustia porque siempre sobrevivo a ella.
Me convencen las calles y avenidas porque sé que el mundo gira.
Me convence lo que veo en el espejo y lo que no veo también.
Me absorbo en tu mirada, me vuelo libertad y en la nada me buscas.