sexta-feira, agosto 21, 2009

¿Serás algún día mi momento presente?


No eras tú, una vez más tomé el camino equivocado. No digas nada que faltan las palabras y sobran las mañanas grises de lluvia. No en verdad, no me mires; no así, no con esos ojos perdidos, encerrados en un pasado de caminos llenos de nostalgia.



No eras tú y lo comprobé ayer, cuando en una servilleta dejé un recado de amor para otro mientras te pensaba distante. Dejé una nota para otro, otro que también desconozco, otro que no me sabe ni lo sé, otro que aunque distante también, está de este lado de la reja con un espejo menos empañado que el tuyo.


No eras tú y lo sentí esta mañana cuando la lluvia mojó mi ciudad y todos los pueblos y cada una de las mujeres que habitan en mí, me mojó a mí y no quiso mojar tu tierra, ni tus frutos, ni cada uno de los hombres que habitan en ti.


No eras tú, no, no, no eras tú y yo una vez más quise que fueras, pero lo que es ya no era. Sé que no eras tú y de algún modo lo fuiste. No, no eras tú, no para ese momento... y la pregunta queda abierta: ¿Serás? No ya mañana, no en un mes, o dos, simplemente ¿serás algún día mi momento presente?

domingo, agosto 16, 2009

capuchino y mujer


Dice que se llama Isaac y prepara un capuchino tan espumoso y cremoso como su mirada. Es increíble, pero ella acude a ese cafecito más por sus ojos que por el café.

Se miran, se sonríen. Ella, como dentro de la taza, le suplica la salve de ese calor café que le produce ser la cliente y no la compañera de trabajo; él desde fuera sonríe de nuevo y pregunta:

-¿Lista para ordenar?
- Sí,que sea un capuchino
-¿Algo más?
-Sí, tus ojos en una cajita de madera para verlos durante la noche.

Ojalá se hubiera atrevido a pedirle también la mano, el teléfono y todo lo demás. Como siempre, se limitó a sentirlo lejano; intentó perderse en sus ojos de café, pero la cocina lo llamó. En otra mesa habían pedido más café y ella sola como todas las tardes en esa mesa lo vio perderse en el azul de las cortinas.