sábado, fevereiro 21, 2009

Aféreris de un dedo

El cristal de mi ventana vibró, era una musa venida de no sé dónde que esperaba entrar en mí. al principio pensé que se trataba de un simple sueño, había adormecido después de uno de mis ataques de catatonia que esta vez había durado más de lo acostumbrado. supongo que era tarde, detesto los relojes y por lo tanto nunca sé qué hora es.

Desde que comenzaron los ataques nadie se había acercado a mí, ni siquiera para preguntarme la hora. Las mujeres no se acercan a mí porque les parezco bizarro, por lo menos esa impresión me da. Dudé algunos segundos antes de abrir la puerta, sentí que la esperaba de hace tiempo. La emanación de su perfume me invitaba a poseerla sin querer saber su nombre ni el porqué de su visita. Recordé que no había tomado la píldora, así que podría hacer todo lo que ella me pidiera y más.

Hubo un largo silencio, me miró y estremecí. Me quedé inmóvil y Aurora, decidí llamarla así pues nunca mencionó su nombre, me lamió la cara con su lacerante lengua de gata. Yo continuaba hipnotizado como zombi. Me llevó hasta el cuarto.

- Te esperaba, dije
- ¿Te gusta mi disfraz? Me puse sexy para ti, escuché.

Se desnudo y una nube nauseabunda invadió mi nariz, pero no importaba, tenía que besarla, como ya lo había hecho antes. Se acercó y me desabrochó la camisa igual que tantas otras noches. Sabía lo que hacía y saciaba mi sed.

Comencé por morderle el seno derecho, sin duda el más dulce. Mordí todo su cuerpo y al fin pude arrancar el dedo gordo de su pie izquierdo. Lo saboreé, gritó de placer, creía yo. No era placer.

Abro los ojos, continuo encerrado, mi boca sabe a metal, estuve mordiendo de nuevo mis labios y es que tengo tanta hambre...

Cristina Maldonado

terça-feira, fevereiro 10, 2009

Perfume

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Y de pronto apareció atrás de mí, sin llamarlo, sin invitarlo a olerme, ahí estaba respirándome. Entonces dijo: "Hay mucha gente, voy por café" y desapareció. Minutos más tarde pregunté: "¿pudiste percibir algo?" y la respuesta fue: "Sí, que había mucha gente... y el miasma sintético de tu perfume.... ¿en qué condiciones podría sentir tu aroma verdadero?" Me quedé helada... todavía no respondo a su pregunta.

Debo confesar que la palabra miasma adquirió un sentido poético cuando él la colocó al lado de: "tu perfume." Y hoy me parece lindo imaginar cuándo ese olernos mutuamente pudiera suceder.