sexta-feira, outubro 06, 2006

Buscar


Dicen que siempre busco, que siempre espero, que deseo demás y que no debe ser así. Me dicen que es la vida la que se encargará de darme todo lo necesario para amar. Pero, ¿cómo puede una persona que desea amar no buscar, no esperar y no desear? La búsqueda constante es la que nos lleva a encuentros frenéticos a pasiones incontrolables, a situaciones de soledad, de compañía... Ese entumecimiento del corazón ya no me asusta, el amor, no es amor, si no tiene sabor a expectativa, a ¿qué pasará mañana? a dolor, a angustia. No creo en ese amor que derrama miel y rosas perfumadas (tal vez es porque no lo he tenido nunca) me gusta el amor que se complica, el de las reconciliaciones, el pasajero que deja huella imborrable. Un amor que me lleve lejos, que a veces me abandone o lo abandone yo, que me canse, que deteste, que me haga huir para volver del viaje cargada de pasión. Quiero un amor de voces compartidas, de sueños distarídos, de vidas perseguidas, de formas irregulares, de agua, de sal, de sexos que se besan, de bocas que maldicen (de vez en cuando...) de cosas que no existen. Y no quiero esperar, quiero buscar y quiero más y no me importa dónde y no me importa cómo, porque tener una ilusión no es malo, ilusionarse tal vez sí, cuando es demás.

Quiero sabor café para mí amor, quiero color nocturno en mi pasión, quiero música azul en mis oidos, quiero una vista en cámara lenta y un olor extraño perfumando el paisaje. Y buscar en todas la formas y modos verbales.

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