quinta-feira, outubro 23, 2008

Bufo & Spallanzani


El martes por la noche recibí su mensaje. Yo estaba muy emocionada por el examen que haría al día siguiente, pero mucho más por conocer al hombre que había hecho posible mi participación en dicho examen. Tomé el autobús de media noche, llegué a la capital a las siete de la mañana en punto. La cita el metro Hidalgo, no había pierde... sin embargo esperé casi dos horas y no llegó. Una llamada al celular bastó para saber que aquél día no habríamos de conocernos. Tuve que correr como una loca dentro del metro, transbordar en Balderas y bajarme en Sevilla. Corría lo más que podía, arrastraba la maleta y los libros que le daría al hombre misterioso. Cuando llegué, tuve que hacer un drama, decir que mi hermano estaba con los papeles de la inscripción y llegaría más tarde. Así conseguí comenzar el examen. El hombre misterioso, que por cierto no es mi hermano, llegó a la recepción del CEB (Centro de Estudos Brasileiros) dejó los comprobantes para mí y desapareció. Después del examen intenté llamarle, pero nada. La tarde entera intenté entrar en contacto con él, hasta hoy ha sido imposible. E-mails, recados, llamadas; nada funciona, es como si hubiera desaparecido para mí. Como si su función hubiera sido solamente ayudarme y no mostrarme su rostro.

Hoy llamé, llamé, sin obtener respuesta. Desayuné solita en Coyoacán. Regresé al hostal para recoger unas revistas que entregaría a un amigo de mi hermano. Lo vi en el Ángel de la Independencia y fui corriendo al CEB otro examen me esperaba. Acabó el examen y me invitaron a quedarme a ver una película. Para sorpresa mía era Bufo & Spallanzani, basada en una novela del ganador de Juan Rulfo (que por cierto ya le cambiaron el nombre, ahora es el premio Fil) Rubem Fonsceca. Recordé el momento justo en que Rubem entregó el libro en mis manos, el momento en que besó mi frente, después me presentó con sus amigos y dijo que hablaba muy bien el portugués... sé que mentía... me di cuenta años después cuando estuve en Brasil. Él fue generoso en su comentario y en su regalo... mira que decirle a una niña de apenas 20 años que hablaba súper bien el portugués cuando apenas tenía 2 meses de estudiarlo y encima regalarle un libro.

Me quedé a ver la película. Me gustó, además me pareció un buen augurio que la programaran justo al término de mi examen. Al finalizar el film, recordé la cara de Alejandro al terminar el libro... ja ja ja... tenía ojos de horror, sorpresa, angustia, simpatía... no sé, un cúmulo de emociones. Sé que le habría encantado ver la película y más en esta ciudad que tanto nos gusta a ambos.

Pensando en Bufo & Spallanzani, en Alejandro, en esta linda ciudad, en lo que me rodea, caí en cuenta que todos los hombres con los que me he relacionado en los últimos cuatro años tienen nombres que comienzan con la letra A... Adalberto, ese beso en aquella piscina de aquel país lejano me dejó estúpidamente loca, Alejandro (el primero) cómo pude?! Alejandro (el segundo) en Alemania, el mejor de los amigos que una persona como yo puede tener, Adolfo, (el que no ha decidido aparecer)

Bien, y todo esto para decir que sigo esperando ver a Adolfo entrar en el messenger a decirme que todo está bien y que nos vemos mañana para desayunar. No aparece nadie, nada, ni una señal. Lo siento tendré que dormir y esperar a la mañana llegar con un buen día bajo el brazo.

2 comentários:

Marina disse...

Realmente continúas con lo del espejo en la escritura.... aunque en este caso me siento un espectador curioso e indiscreto que pudo seguir cada instante de tu narración cuando ocurrieron los hechos, y sin ser descubierta. tu forma de narrar nos vuelve testigos de los hechos.... y que la ley diga lo contrario!! De mis propios sentidos lo percibí, no con los ojos de la cara, pero si con los de la mente....

Unknown disse...

El DF es el escenario de las peores tragedias, de las mejores novelas, de los lugares más simbólicos y emblematicos de todo el país, de la humillación a las mejores personas y, sobretodo, el olvido de los incautos que no saben distinguir entre una buena señal lejana y una muy mala a la vuelta de la esquina.