quarta-feira, junho 25, 2008

Sin alas y con gripe





Hoy de nada sirve decir que mis alas se mojaron con la lluvia de esta noche. En realidad no resulta tan trascendente tener o no tener alas cuando no se tiene con quien volar. Recibí las dos peores y mejores noticias de esta nueva etapa junto con una galletita rellena de queso. Y la historia me suena tan igual a la que vivió C hace casi dos años que intuyo claramente cuál será el final. En fin parece que los de mi especie estamos destinados a las despedidas y a las felicidades pasajeras. Y no me siento mal por eso; estoy bastante acostumbrada a mis lágrimas repentinas. Hoy he de culpar a la gripe que después de tantas lluvias se ha instalado en mi nariz, sin embargo en dos o tres meses, quizá años, no tendré a qué o a quién culpar; ya ni siquiera cocino para decir que es la cebolla.

Ayer G me decía por msn que debía comer una sopita para la gripe y mi respuesta fue simple: ya no hay sopita desde que no estoy al lado de mamá, ja! También me dijo que para la gripe son buenas las vacaciones en Francia, ya juntaré ánimos y dineros para largarme de aquí en cuanto tenga el valor. Este viernes nos hemos de encontrar según me dice. G pertenece al grupo de amigos que se les ve una vez cada año cuando la suerte ayuda. Nos saludaremos, nos abrazaremos y sabremos que estamos listos para decir: "pues vamos por un café" pero será casi seguro que lo dejaremos para otro día, un día que ha de llegar, sólo que no sabremos exactamente cuándo.

Exageradamente sensible? No, yo diría lo normal, un poco acentuado por los medicamentos y la terrible petición de guardar un secreto que no me pertenece. A veces sería mejor no tener personas especiales a quién guardarles secretos. Por hoy seguiré diciendo que es la terrible gripe la que me trae así

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