sexta-feira, maio 09, 2008

de días de las madres, recuerdos y deseos





Difícil saber cómo seré en un futuro. Ahora puedo saber cómo era hace años e imagino un posible futuro lleno de incertidumbres. Me hago preguntas a toda hora, especulo demasiado: Cómo será la hija que un día tendré? Me va a querer? Se parecerá a mí, a su padre? La gran ansiedad que tengo en mis brazos por tener a un bebé es casi insoportable. La sección más visitada del supermercado es la de bebés, es ahi donde gasto gran parte de mi salario en regalos para los bebés de la familia. Acabo imaginando siempre si seré igual con mi hija. No sé cuándo exáctamente comenzó el deseo del bebé; siendo de una familia de muchos, siempre había pensado que el asunto de los hijos era algo complicado. Mi principal idea era dejar los bebés de lado y no dar nunca a un niño la responsabilidad de una madre como yo. Sin embargo un dolor maternal en mis brazos me pregunta cuándo ha de llegar la hora de otorgar un abrazo a un ser que realmente necesite mi calor.

Hoy, al ver mis fotos antiguas, estuve imaginando si algún día tendré que tomarle fotos a mi hija en algún festival. Mañana es el día de las madres y aún no me identifíco con los regalos y las tareas del hogar. Estoy a esperando el momento en que me toque a mí. Quiero cuidar a un hijo aunque no sea mío...es una locura, lo sé... por eso me limito a desear y a practicar para cuando el momento exácto llegue.

4 comentários:

AsiSoyYo disse...

tranquila todo llega... cuando menos lo esperes. Tener un hijo es una gran responsabilidad y no basta sólo con el deseo de tener uno...con esto no te digo que no estes preparada para tenerlo o no (en ello no me meto).
Solo espero que algún día, tu deseo se haga realidad y puedas darle a tu bebé todo ese cariño que llevas dentro.

Un saludo

Ego... disse...

Serás una madre que enseñará con justicia y cariño y seguro que te haces de querer. un beso.

Ego... disse...

Te paso este texto que me llego al buzón el otro dia. espero que te guste:

Nos juntamos para almorzar cuando mi amiga me comenta que ella y su pareja están pensando en tener familia.

Estamos haciendo una encuesta, - me dice medio en broma. - ¿Crees que deberíamos tener un bebé?

Te cambiará la vida, - le contesto intentando que mi voz suene neutral.
Sí, ya sé, - me dice, - ya no podremos dormir hasta tarde los fines de semana, ya no tendremos vacaciones espontáneas...

Pero eso no era lo que yo pensaba. Miro a mi amiga intentando decidir qué decirle. Quiero que ella sepa todo lo que no aprenderá en los cursos de preparto, quiero que sepa que las marcas físicas que dejará el embarazo sanarán, pero que convertirse en madre le dejará una marca emocional tan profunda que la hará vulnerable para el resto de su vida.

Pienso en advertirle que nunca más leerá un periódico sin pensar 'podría haber sido MI hijo'. Que cada vez que se entere de la caída de un avión, de un incendio se sentirá perseguida. Que cuando vea fotos de niños hambrientos, se preguntará si puede haber algo peor que ver a un hijo morir.

Miro sus uñas perfectamente arregladas y su ropa impecable y pienso que sin importar lo sofisticada que sea, convertirse en madre la reducirá al nivel tan primitivo de una osa protegiendo a su cría. Que una llamada urgente: ¡Mamá!, la hará dejar caer un souffle o su mejor
cristalería sin pensarlo dos veces.

Siento que debería prevenirla que ya no importarán los años que haya invertido en su carrera, que su profesión pasará a segundo plano por la maternidad.
Que podrá arreglar para que su hijo esté bien cuidado mientras trabaja, pero un día, entrando a una importante junta de negocios, creerá oler el dulce aroma de su bebé, y que deberá utilizar cada milímetro de autodisciplina para no salir corriendo a su casa, sólo para asegurarse que
su bebé está bien.

Quiero que mi amiga sepa que las decisiones de todos los días ya no serán una rutina. Que el deseo de un niño de 5 años de entrar al baño de hombres en Mc Donald's se convertirá en un dilema mayor. Que en ese momento, entre el ruido a bandejas y los gritos de los niños, sopesará importantes argumentos acerca de la limitación de la independencia de su pequeño y la
posibilidad de que un depravado se pueda esconder en ese baño al que ella no podrá entrar. Que sin importar lo decidida que sea en la oficina, cuestionará todas las decisiones que tome con respecto a su hijo.

Mirando a mi atractiva amiga, quiero asegurarle que aunque pierda los kilos de más que le deje el embarazo, jamás se sentirá igual acerca de sí misma.
Que su vida, tan importante ahora, pasará a segundo plano cuando tenga a su hijo. Que no dudaría en dar la vida por él sin meditarlo un instante, sin embargo deseará vivir más años, no para cumplir sus propios sueños, sino para ver a su hijo cumplir los suyos. Quiero explicarle que la cicatriz de la cesárea y las estrías se convertirán en medallas de honor.

La relación de mi amiga con su marido cambiará, pero no de la manera que ella cree. Quisiera que ella entendiera cuanto más se puede amar a un hombre que se levanta por las noches a acunar a su hijo y que siempre está dispuesto a jugar con él. Creo que debería saber que se enamorará de él otra vez, por razones que ahora encontraría muy poco románticas.

Quisiera que mi amiga pudiera saber lo identificada que se va a sentir con otras mujeres que a través de la historia han intentado detener una guerra, los prejuicios o choferes alcoholizados. Quisiera que entendiera porque yo puedo ser muy racional acerca de muchos temas, pero me vuelvo temporalmente irracional cuando discuto el peligro que significa una guerra nuclear en el
futuro de mis hijos.

Quisiera describirle a mi amiga la exaltación de ver a su hijo aprender a andar en bicicleta. Quisiera poder reproducirle esa risa contagiosa que escapa del alma del bebé cuando toca la suave piel de un gato o un perro por primera vez. Quisiera que saboreara esa felicidad al abrazarlo que es tan real, que duele. La mirada intrigada de mi amiga me hace comprender que los ojos se me han llenado de lágrimas.

Nunca te arrepentirás, - le digo al fin, tomándole la mano y ofrezco una plegaria silenciosa por ella, y por mí, y por todas aquellas mujeres meramente mortales que se enfrentan a los tropiezos de la maravillosa experiencia llamada maternidad.

Anônimo disse...

Impresionante y bello comentario Ego...tu como siempre...

la maternidad tiene que ser algo fantastico

un beso