De adioses y carreras hacia atrás

Ayer lo vi alejarse en el autobús como lo había hecho ya hace mucho tiempo. Fue representativo porque no esperaba, en ese justo momento, ver partir de nuevo algo que jamás fue mío. Esta vez me quedé inmóvil al lado de la avenida, viendo su cabeza que asomaba por la ventana.

Por la noche soñé que corría para atrás, huía de la caída de presión atmosférica, todos corríamos hacia atrás. Era difícil, pero era la regla y teníamos que respetarla.

Hoy, durante la larga charla de cada semana tuve que representar mi sueño recurrente de forma gráfica y real. Corrí muchas veces de espaldas, sin ver nada de lo que había atrás de mí; cada vez más rápido, me dejé llevar por el impulso de correr, de querer alejarme, lo hice de ese modo hasta que rompí parte de una puerta de madera. Me estampé y la mayor preocupación no era la de pagar la puerta quebrada, sino saber que eso significa la cantidad de obstáculos que no veo por seguir viendo el autobús que ya se fue. Después me explicaron que hay maneras más simples y menos dolorosas de alejarse de los problemas, pude así, bajar de frente la escalera.

Jamás había sido tan gráfica y significativa la manifestación de mis sentimientos, jamás había dolido tanto, jamás habían tenido tanto sentido y tantas explicaciones mis emociones reprimidas.