Pseudónimos

Aquí el poema de una niña sola que se hacía llamar Losangela Stradivarius para que no detectaran su verdadera y triste identidad. Esa niña fue también Caliope, la musa de la poesía, un día le pareció interesante ser un personaje de Borges y se hizo llamar Emma Zunz y hoy es simplemente ELA. Una Ela que se duele por dentro y pretende ser fuerte ante los adióses y finge con risitas esporádicas. Una Ela que a cada paso se aleja y se acerca de lo que ama y que ha hallado en el sufrimiento la forma más sutil de exprimir sus emociones. Ela ya no es una niña de 15 años que escribe para pasar los días, ahora son los días que pasan a escribir por ella. Ela siente, sí todavía siente y no quiere separarse, no desea salir de aquí todavía. La seducen los caminos sinuosos en las montañas y los ríos que van al mar, le hace ilusión su jaula de nubes que de vez en cuando abre pasa soltar un ave muerta. Y también escribe y sueña. Suele hablar mucho o quedarse callada durante días o meses. Desaparece, se escapa; sin embargo su alma que no tiene sandalias, la vuelve siempre a casa.

Ela, Ela, Ela... en una foto triste después de tantas metamorfosis y con una poesía que ya no recuerdo muy bien cómo va ni tampoco porqué le dieron un premio.

Doña Soledad

La señora Soledad se ha postrado

en la misma mesa que no como.

Me cuenta que últimamente ha buscado compañía

yo me quedo callada y miro la silla

vacía del frente.

Me gusta estar aquí sola

pero cuando llega doña Soledad

me pongo triste de verla vieja y acabada.

(...así seguía... ya no recuerdo...)

...ella prefiere irse a otra mesa

donde haya comida y café...

Y hoy de nuevo se va y me deja sola, más sola que en aquellos tiempos de libertad.