quinta-feira, setembro 24, 2009

De cambios...


Para matar mis sueños, yo soy mi propia
espada, Ya no me importa nada, si me arden los
domingos, tu piel las madrugadas. Ya no me importa
nada, si ya encontre mi llave, Ya no me importa
nada.
Erica Garcia

Demorada y de morada, con perforación en la nariz y de un humor inexplicable. Hace ya unos cinco años quería perforarme la nariz, pero siempre algo me detenía, primero que era estudiante y ganaba muy poco dinero como para gastarlo en cosas banales y otra, la principal, el dolor; le temo al dolor físico tanto como al dolor emocional, tal vez más al segundo que al primero. A principios de este mes pasé por una avenida donde abundan los lugares de tatuajes y perforaciones y estuve a punto de entrar solo para preguntar cuánto costaba perforarme la nariz, si dolía, si usaban anestesia y también quería ver los diseños de los tatuajes. No entré continué mi camino. La espinita no salía de mi corazón. Creí estar enamorada y pensar en el chico distraía la atención un poco. Sin embargo bien sabía que necesitaba un cambio radical. Entonces empecé por desenamorarme el fin de semana pasado. Me costó trabajo, me dolió y lloré, pero estaba mejor el domingo y el lunes le sonreí a otros ojos. El día de ayer me teñí el pelo, morado, unas mechitas nada más, en un mes más me haré más y hoy me perforaron la nariz.

Es curioso, parezco adolescente con ganas de ser rebelde y escapar de la casa de los padres; solo que no vivo con mis padres y hace bastante que no soy adolescente. Estoy convencida de mi estilo original y hasta un tanto extravagante. Mi nariz sangró mucho, debo confesar que sí me angustié un poco, pero ya estaba ahí y el tipo que me perforó, a pesar de parecer de lo peor a los ojos de cualquier señora de buena familia,lo hizo con todo el cuidado posible y con las medidas de higiene y salud necesarias; desinfectante, guantes de latex, aguja estelil y un poco de lidocaina. La sangre apareció después, pero no fue problema, mis heridas sanan rápido.

Tres decisiones: desenamorarme de aquél que no me ama, corte y color nuevo y aretito en la nariz. Tres decisiones de las que me haré totalmente responsable y asumiré las consecuencias. De las dos últimas podría arrepentirme, el pelo crece y la perforación puede cerrarse, pero no creo hacerlo. La primera decisión es para la que definitivamente no hay marcha atrás.
Y precisamente porque no hay marcha atrás hoy mi humor no puede explicarse. Siento demonios rondando mi cuarto solitario y sola los ahuyento. Los espanto cantando tan fuerte como puedo la canción de Erica Garcia Ya no me importa nada. Y duermo soñando que no te conocí, duermo como otra en nariz y cabello, pero no olvido que soy la misma que por dentro espera ser amada.


sexta-feira, setembro 18, 2009

Para D pensando en A

Corre y abrázala, llévala lejos, hazla que deje de esperar.
Sé tú su compañía y abandónate para no abandonarla.
Huye con ella por entre la corriente y no mires atrás
no la dejes pensar y no razones mucho.
Si acaso se negara a acompañarte
ofrécele tu abrazo como quien nada busca, como quien nada espera.
Gánate su confianza mírandola de frente y
cuando más distraída esté muerde sus dos pezones como haces con la uvas,
lleva tu dedo índice del corazón al pubis y llega más profundo.
No la abandones, pero déjala libre.
Sueña con ella sin elegir sus sueños.
Ámala así sin más, pues es ella la indicada.

Cristina Maldonado (Para D pensando en A)



sábado, setembro 12, 2009

La humedad es tan triste que necesito abrazos. La soledad tan esquizofrénica que necesito amigos. Vine a tomar espuma al café de la esquina, al café de siempre, a la mesa de siempre, frente a la silla roja que nunca me abandona y continua a tu espera. Hay una buena música sonando en el estéreo. Allá afuera en las calles vacías alguien ha derramado vino transparente y no quiso llenar mi copa. Y en algún otro café del universo alguien me espera también en una silla roja. Tal vez está leyendo un libro, es posible se sienta perseguido y quizá ha comenzado a tener pesadillas durante el día y a dejar de soñar mientras duerme, porque no duerme igual que yo.

Se termina el café, el lugar va a cerrar, no hay donde refugiarse. Los gatos se escondieron, pues no les gusta el agua y ¿qué podemos hacer con tanta soledad y tantos rincones húmedos perdidos? Sin brazos que nos aprieten, sin distancias que se acorten; ¿a dónde ir, si todo está mojado?